¿Qué tal si, en lugar de exigir que la vida fuese diferente, simplemente te propusieses hacer que fuese mejor, en virtud de tu propia actitud y a partir de tus acciones? ¿Qué tal si, en lugar de poner límites a tu felicidad, manteniéndola como rehén hasta que se diesen ciertas condiciones, simplemente dejases que esa felicidad ocurriese?
Imagina cómo sería la vida si no tuvieses que preocuparte por conseguir cosas o por perderlas. Imagina lo que podrías lograr si pudieses aprovechar tu tiempo, libre de enojos, frustraciones y arrepentimientos.
Piensa en todos los sitios a los que podrías ir si no tuvieses que pedir antes permiso a tu propio ego. Considera cuánta energía tendrías si estuvieses libre de ansiedades.
Una vida semejante es posible, y está más cerca de lo que podrías llegar a suponer. En realidad, el mero hecho de visualizarla comienza a hacer que suceda.
Porque tu ego, tu actitud, tus ansiedades, tus frustraciones, enojos y arrepentimientos son todas criaturas de tu propia creación. Puedes decidir cómo serán, exactamente.
Visualiza una vida de libertad, plenitud, sentido y riqueza. Aférrate a esa visión y empezarás a hacerla realidad.
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