Admite tu enojo, siéntelo plenamente, déjalo ser y
luego aléjate rápidamente de él. En lugar de luchar contra tu enojo o
permitir que te controle, decide sentirlo y dejarlo de lado.
Quedándote pegado al enojo, harás que te sumerja con
él. Dándole lugar y luego soltándolo rápidamente, te ubicarás en una
posición de fortaleza para lidiar con lo que sea que lo haya generado.
El enojo puede captar tu atención y dejarte seguir
avanzando. Pero si te aferras a él por mucho rato puedes tener la
certeza de que te paralizará.
A veces tu enojo puede resultar válido y otras
veces, no. Ya sea que sea válido o no, casi siempre te vuelve menos
efectivo y anula tu capacidad de avanzar.
El enojo a menudo hace que esas cosas hacia las
cuales está dirigido, se hagan eternas. Así que la mejor estrategia es,
primero, dejarlo ser y luego, dejarlo ir.
Decide ser fuerte y efectivo, poner tu energía al
servicio de avanzar. Deja de lado el enojo y trepa a un nivel superior
de control y efectividad.
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