La verdad no necesita demasiadas explicaciones muy elaboradas. Cuantas menos palabras puedas usar, más sentido tendrán.
Di sólo aquello que sepas que es verdad. Y no tendrás necesidad de esconder tus pensamientos detrás de tus palabras.
Poco sentido tienen las palabras si no hay en ellas
convicción que les de sustento. Cuando tus palabras salen directamente
de quien tú realmente eres, llevan consigo una fuerza enorme.
No cometas el error de intentar engañar a los demás
con lo que dices. Porque una vez que se descubra que tus palabras no
son sinceras, tendrás enormes dificultades para volver a ser tomado en
serio.
Hablar es fácil. Pero para que las palabras que
dices tengan algún sentido o algo de fuerza, tienen que ser sumamente
consistentes con la realidad de tus acciones y de tu vida.
Habla clara y honestamente, con respeto y
humildad. Lo mejor que tienes para decir, proviene de la verdad de
quien tú realmente eres.
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