Muchas de las cosas por las cuales te preocupas
nunca llegarían a suceder si tan sólo la hubieses
ignorado. Sin embargo poniendo el foco en ellas con tanta insistencia,
incrementas enormemente su probabilidad de ocurrir. Estar preocupado
por ciertas cosas y llevar a cabo acciones que apunten a resolverlas
es inteligente. Pero tan sólo preocuparte, día tras
día, hasta que esa preocupación finalmente se convierta
en algo real, eso sería tonto.
Llenas tu mente, cada día, con miles y
miles de pensamientos. Esos pensamientos tienen un poder enorme
porque influyen en cada pequeña cosa que haces, y esas
pequeñas cosas se van acumulando unas sobre otras muy rápidamente.
Entonces, en lugar de llenar tu cabeza con esos
pensamientos preocupantes, llénalos de otros que sean positivos,
entusiastas, amorosos, vitales. Así, en lugar de permitir
que el poder de tus pensamientos te deprima, harás que
te llene de fuerza y te aliente a seguir.
La próxima vez que te descubras en medio
de una preocupación o ansiedad, piensa en ella como si
fuese una piedrecilla en tu mano. Suéltala, simplemente,
déjala caer al suelo naturalmente, sin esfuerzo alguno,
y sigue tu camino.
Luego elige un pensamiento positivo y enriquecedor
que ocupe su lugar.
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