jueves, 28 de febrero de 2008

La vida no es justa

"No es justo" es una de las expresiones favoritas de los niños. "A ella le has dado un trozo más grande de pastel; no es justo". "El recibió un globo colorado y el mío es amarillo; no es justo". Supongo que en nuestro afán de enseñar a nuestros hijos los conceptos de equidad y justicia, les damos la impresión de que la vida es, o debería ser, justa.
Nada podría estar más alejado de la verdad. La vida no es justa. Y más aún, no querríamos que lo fuese. Si lo fuese, seríamos todos exactamente iguales. Sólo piensa en lo aburrido que sería. Todos tendrían el mismo tipo de automóvil, de casa, todos la misma educación, el mismo ingreso, la misma personalidad, el mismo cuerpo, todo lo mismo. ¿Quién querría algo así?
La vida no es justa porque la vida es lo que hacemos de ella, y todos elegimos vivirla de manera diferente. Lo que para algunos es una prioridad, para otros no significa nada. La vida no podría ser justa de ninguna manera, a menos que todos conspirásemos para que así fuera, y ¿por qué querríamos hacerlo? La emoción, el desafío, la diversidad, la esencia de la vida proviene precisamente del hecho de que no es justa. Algunas personas nacen con todas las ventajas, y otros llegan a la vida sin prácticamente nada. ¿Es eso justo? No. ¿Hace que la vida merezca la pena ser vivida? Absolutamente.
Cuentas con ventajas que otros no tienen. Y otros tienen ventajas que tú no. Es así como funciona. Todos llevamos nuestra propia carga y tenemos nuestra propia capacidad, y de ambas podemos aprender y crecer. Una vez que aceptamos el hecho de que la vida no es justa, sólo entonces empezamos a hacer que sea maravillosa.

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